Apenas parece
posible: las nalgas o las patas de gallo prematuras alrededor de los ojos, las
varices, el vientre falto de tono muscular, las canas: todo eso depende, en
primera línea, de la digestión. Pero es verdad, el estómago y los intestinos
deciden si absorberán los nutrientes del almuerzo o los expulsarán sin
aprovecharlos. El tracto digestivo se da por ofendido en seguida si lo
maltratamos. Entonces no quiere colaborar en la tarea de mantener en forma el
organismo, ni hace caso de las vitaminas, los aminoácidos y demás sustancias
bioactivas.
Si cometemos además el error de ingerir alimentos de escaso valor nutritivo, las consecuencias pueden ser catastróficas. Estamos torpedeando los esfuerzos del metabolismo y de las células, que por naturaleza tienden a conservarse el mayor tiempo posible.
La digestión correcta es condición inexcusable de un aspecto juvenil. El pecho caído, las varices y la barriga fláccida son síntomas de alimentación deficiente.
¿Qué sucede en el estómago?
El proceso
digestivo comienza durante la masticación. Las glándulas salivales segregan
entre un litro y litro y medio de saliva al día, y ésta contiene amilasa, un
enzima que descompone los almidones (por ejemplo, la fécula de la patata o de
la pasta) en azúcares simples, como la glucosa, o por lo menos inicia esas
reacciones de fraccionamiento. Podemos comprobar la acción del enzima colocando
sobre la lengua una galleta de las que sirven para hacer canapés (no una
tostada) y dejando que se empape en la boca durante un minuto: poco a poco
notaremos cómo aparece el sabor dulce de los azúcares.
El estómago es un órgano de forma alargada, más o menos como una «J», y de constitución elástica. Su mucosa está recubierta de millares de diminutas cavidades o repliegues, en donde se alojan gran número de glándulas que segregan, entre otras muchas sustancias, la pepsina, un enzima que escinde las proteínas en un medio ácido. También producen el ácido clorhídrico que proporciona dicho medio; la acidez del jugo gástrico puede alcanzar valores de pH muy bajos, entre 2,5 y 1,5; lo cual significa que es, con mucho, la sustancia más ácida existente en el organismo, tanto que podría agujerear una alfombra con su capacidad corrosiva. ¿Por qué no se digiere el estómago a sí mismo? Pues porque lo protege una mucosa especial, cuyas células además se reemplazan con mucha frecuencia; por otra parte, es esencial que la secreción del ácido se limite a las horas de las comidas.
El estómago es la fragua de la salud; cuando no funciona bien, padecemos las consecuencias, alergias, neuralgias o afecciones de la piel, entre otras.
Blogger Comment